lunes, 10 de febrero de 2025
viernes, 22 de enero de 2010
NATURALEZA HUMANA: APOCALIPSIS NUCLEAR
Los humanos lo han
hecho, su naturaleza autodestructiva ha alcanzado su cenit desencadenando la
guerra mundial nuclear. No debería sorprenderme, los observo desde que aparecieron
en la Tierra, desde sus orígenes. He existido a lo largo del tiempo estudiándolos,
aprendiendo cómo son, cómo piensan. Los conozco mejor de lo que creen hacerlo
ellos.
Una especie como la suya, seres
inteligentes, racionales, capaces de logros extraordinarios, cuánto pudieron
haber creado. Monumentales éxitos han obtenido en la ciencia en todas sus
ramas: matemáticas, física, química, medicina, todas. También en filosofía,
arte… En múltiples campos en el transcurso de su historia han hecho
descubrimientos e ideado inventos increíbles; incluso consiguieron salir del planeta
viajando por el espacio.
Pero su mayor victoria para su desgracia
y vergüenza, lo que mejor supieron hacer siempre, a lo que dedicaron más
ingenio, tiempo, recursos y esfuerzo, fue a la creación de armas para matarse
entre ellos. Si en esas condiciones han logrado todo el bien que hicieron, si
se hubieran dedicado exclusivamente a fines mejores que la destrucción, ¿qué
hubieran sido capaces de conseguir? Habrían alcanzado triunfos inimaginables
incluso para una inteligencia superior como la suya. Ni ellos mismos con su
increíble potencial mental fueron capaces siquiera de esbozar todo el bien que
podrían haber hecho. Pero no, su mayor ansia siempre fue el armamento para
aniquilarse. Así ha sido desde el principio de la humanidad, hasta que
finalmente engendraron el arma definitiva, la bomba termonuclear. Y por su
egoísmo y afán de poder han desatado la guerra mundial nuclear. Claro que el
arma suprema no fue la bomba de hidrógeno, el arma decisiva contra los humanos
siempre fueron precisamente ellos mismos. Solo que hasta ahora no habían tenido
el poder de devastación suficiente para terminar de una vez con su existencia y
paso por este mundo.
Camino despacio, por lo que alguna vez
fue un verde paraje. Ahora únicamente veo muerte y desierto. Hace dos días que
estalló la guerra a nivel mundial. No sé quién empezó, dudo que nadie lo
supiera en ningún momento, no creo que importe realmente. Los misiles volaron
por todo el planeta, en pocos minutos arrasaron lo que había costado siglos
construir. Los impactos acabaron con las principales ciudades, gran parte de la
población global murió al instante. El infierno nuclear empezó a propagarse
eliminando a los más cercanos que no habían muerto por las explosiones y el
fuego. En pocas horas una nube de muerte radiactiva cubrió todo el orbe; la lluvia
radiactiva galopaba a lomos de los vientos. Ingentes cantidades de polvo y humo
fueron emitidas a la atmósfera ocultando el Sol, preludio del consiguiente invierno
nuclear. Solamente un pequeño porcentaje de la población mundial sobrevivió,
pero por poco tiempo, ya están muertos aunque no quieran aceptarlo. Caminan y
por eso creen estar vivos, pero la radiactividad ha corrompido su carne, son solo
cuerpos moribundos más cerca de la muerte que de la vida. Relegados a un estado
físico inferior al de ratas enfermas. Tardarán poco en desaparecer. En escaso
tiempo morirá el último humano de la Tierra. Su extinción es inminente.
Desde siempre, desde que adquirieron la
inteligencia que los diferenció del resto de especies del planeta, eligieron
someterse a la envidia y al egoísmo. Aunque fueron lo bastante listos para
comprender que les iría mejor en comunidad que solos, siempre su necio orgullo
e irracional egoísmo los hizo recelar unos de otros, intentando mejorar, no
superándose a sí mismos con la ayuda de los demás, sino pisándose entre ellos,
eliminando a un supuesto competidor a toda costa y a cualquier precio.
El poder. ¿Cuántas guerras ha provocado?
Se creó la jerarquía de gobierno para mejorar su calidad de vida, para
establecer un orden. Pero una vez más despertó la ambición y el egoísmo humano.
Su naturaleza autodestructiva, latente en la esencia del ser humano, hace su
aparición a cada momento, convirtiendo cada logro que consiguen en algo más por
lo que pelearse. Grandes naciones enfrentadas por el anhelo y conquista de
poder. Millones de muertes durante siglos. Al principio comprendieron que
progresarían mejor en comunidad, pero cuando consiguen cierta estabilidad, en
lugar de aumentar esa comunidad, se pelean contra otras para aumentar la suya
destruyendo a las vecinas. Si crearon grandes naciones mediante la unión, ¿cómo
es que no entendieron que mediante la unidad de esos mismos países se convertirían
en un grandioso pueblo capaz de grandes cosas? La unión hace la fuerza, eso lo
entendieron. Pero según ellos, hace la fuerza no para seguir uniéndose y
mejorar, hace la fuerza para destruirse entre sí y que gane el más poderoso. Y
después de destruirse no sé qué suponen que ganan. Y ahora han dado el paso
final, se han exterminado, en poco tiempo no quedará ni rastro del ser humano
en este planeta. No sé quién piensan que ha ganado. Pero claro, esos deseos de
poder estuvieron siempre latentes incluso en pequeños niveles de su existencia.
La única manera de progresar no eran la unión, el entendimiento y la ayuda
mutua. No, la única manera de progresar fue destrozar a los demás en diferentes
niveles de su existencia y forma de vida.
También inventaron las leyes para una
mejor convivencia, afortunadamente siempre hubo alguna excepción entre los humanos
que trajo algo de cordura a su existencia. Pero no sirvió de nada, con la invención
de las leyes cambiaron los métodos para pisarse, utilizaron su inteligencia
para atacarse y aniquilarse más sutilmente. Mentiras, engaños, conspiraciones,
modos de volver las leyes contra ellos mismos burlando el motivo para el que
fueron creadas.
Igualmente en sus relaciones personales,
con sus amigos, familias. Traiciones unos a otros, mentiras y engaños para
conseguir sus necesidades egoístas. Algunas excepciones pronto se convirtieron
en el principal blanco de los demás, los cuales fingieron para ganarse su confianza
y así en el momento apropiado dar un golpe mayor. Incluso, algunas de esas dichas
excepciones se amargaron al comprender que la única manera de sobrevivir, aun
sin faltar a sus principios, sería entrar en ese juego demente, en ese círculo
vicioso de destrucción a distintos niveles, familiar, amistad, trabajo, todos.
Personalmente, siempre he disfrutado con
el sufrimiento de los humanos. Me ha divertido jugar con ellos a lo largo del
tiempo. Soy el vampiro, el señor de la noche, ella es mi aliada. Me alimento
con la sangre de las diversas especies de este planeta, claro que ninguna tiene
el delicioso sabor de la humana. Durante toda su historia los he matado,
torturado y mutilado para mi diversión. Me he alimentado con su sangre... Me
consideraron su principal enemigo en múltiples ocasiones. Pero enseguida se
olvidaban de mí para volver a atacarse. Siempre disfruté con su dolor, pero
jamás entendí que se lo causasen entre ellos, a sus semejantes, siempre me
pareció enfermizo. Esa es una actitud más propia de bestias salvajes que de una
especie inteligente y racional.
Crearon el dinero. En principio una forma
de evolución del trueque. En el albor de su historia intercambiaban cosas, lo
que les sobraba por otras que necesitaban. Con el dinero eso sería más fácil
estableciendo un precio a las cosas para su compra y venta. Un invento bueno en
teoría, un invento para mejorar su calidad de vida. Pero no. Enseguida el
dinero despertó la ambición y la codicia del ser humano. Por él se han robado,
se han peleado, matado. Grandes guerras entre países en el transcurso de los
siglos por el deseo insaciable de riqueza. Pero a nivel más personal también se
han perdido amistades, destrozado familias, todo por el vil dinero. La en
principio moneda de cambio se convirtió en un blanco más de la ambición y el
egoísmo humano.
Grandes cantidades de polvo y humo cubren
el planeta, ocultando el Sol y sumiendo a la Tierra en una noche continua. La
luz solar no es un problema para mí en estas condiciones. Los supervivientes
que encuentro a mi paso se fijan en mí y me temen. No saben que soy el vampiro,
mi apariencia exterior es la de un ser humano corriente. Pero claro, ellos ya
no parecen seres humanos, su carne podrida por la radiactividad no recuerda
nada a lo que antes eran. Vestidos con harapos, están sucios y enfermos. Yo,
por el contrario, estoy sano, no soy un ser vivo, existo sin vida a lo largo
del tiempo, así que la radiactividad no me ha afectado. Mi aspecto es el de un
ser humano sano. Mis ropas son elegantes, muy distintas de los andrajos que
ellos portan. Me miran con miedo y desconfianza. Siempre han temido lo que es
diferente a ellos. Incluso ahora que se podría decir que los distintos son
ellos, ya que ellos son los que han cambiado.
Ese miedo y desconfianza a lo
supuestamente diferente también ha sido motivo de lucha. Las diferencias
raciales han sido causa de múltiples guerras. Un simple cambio en la
pigmentación de la piel ha servido como excusa para esclavizar, pelear y matar.
Reyertas encarnizadas durante siglos esclavizando a humanos de “otro” color.
Disturbios raciales en los últimos años. Seres humanos, son todos iguales pero
de distinto color; a veces me pregunto, ¿cómo seres tan inteligentes pueden dar
muestras de semejante ignorancia? También las diferencias de religión, de
pensamiento político, de cualquier pensamiento en definitiva. Todos adoran a un
mismo Dios, le ponen diferentes nombres, distintas formas de honrarlo, y ya hay
motivos para matarse. Pero lo mismo con cualquier pensamiento, la manera de
hacer valer sus ideales fue eliminar a los que defienden otros en apariencia
diferentes, sin entender que la mayoría sirven todos a un mismo fin, y la
solución serían el diálogo y el respeto, no la violencia. Incluso en algo tan
simple como los deportes, concebidos en principio para su tiempo de ocio; pues
la diversidad de afición deportiva también ha sido motivo de disputas y
muertes. Siempre buscando diferencias por las que pelearse en lugar de entender
que todos son seres humanos, iguales.
Estoy pensando en los héroes, humanos
corrientes que sometidos a una situación extrema actúan con sumo valor,
arriesgando sus vidas desinteresadamente por los demás. Algunos de esos
valientes tuvieron la inútil osadía de enfrentarse a mí. Esos paladines que
nacieron a lo largo de su historia y por diferentes causas. Los humanos idealizan
a sus héroes, estos les infunden esperanza e incluso valor en tiempos
difíciles. Los humanos admiran y aprenden de ellos en los momentos que los
necesitan, sobre todo en períodos de guerra. Pero una vez que ya no son
necesarios, esa admiración se torna envidia. La envidia, una máscara que en
realidad esconde un sentimiento de inferioridad. Si piensan que alguien es
mejor hay que hundirlo a toda costa, incluso aunque le deban su ayuda en
momentos duros. Más todavía en ese caso, porque una vez que están bien,
envidian haber tenido que “depender” de otro. Claro que eso no ocurre solo con
los héroes, grandes amistades, en realidad falsas amistades, se han roto cuando
alguien ve la posibilidad de “superar” a ese que lo ha ayudado, a ese que ha
admirado y envidiado, y esa posibilidad es traicionándolo y hundiéndolo en una situación
delicada. Los héroes son admirados cuando son requeridos, pero la gente nunca
soportó convivir con ellos, precisamente por ese sentimiento de inferioridad, precisamente
por envidia. Cuantos maestros traicionados por sus alumnos. Aprenden de sus
mentores todo lo que pueden, pero un día la envidia los corroe y pretenden
“superar” al maestro, traicionándolo y hundiéndolo. Normalmente la moneda les
es devuelta. Siempre es lo mismo, la envidia, el egoísmo, la naturaleza humana
autodestructiva.
Ayer vi una niña en las ruinas en llamas
de lo que una vez fue un edificio, sus gritos me divertían. Iba a morir
irremediablemente. Un joven, cojo por una pierna fracturada, se adentró en esos
vestigios de construcción. Demostró un gran valor, aquello era literalmente un
infierno llameante. Al poco tiempo apareció con la chiquilla en brazos. Cuando
estaban a punto de salir, una viga ardiendo golpeó al chico dejándolo semiinconsciente,
la pequeña cayó a su lado aterrada e incapaz de reaccionar. El bravo quería
levantarse, pero su aturdimiento se lo impedía. Aunque totalmente consciente
tampoco podría haber hecho mucho con la viga ardiente que los separaba de la
salvación. Me acerqué a ellos, con mi fuerza sobrehumana aparté la viga
haciendo caso omiso del extremo dolor infligido por las quemaduras. Mis heridas
pronto se curarían por mi metabolismo, pero el dolor es inevitable incluso para
mí. Los recogí y puse fuera de todo peligro. El joven intentó darme las gracias,
pero la tos por el humo inhalado le impedía hablar. La niña se abrazó con
fuerza a mi pierna. Sin más me fui. Uno de sus héroes, me dio pena, a eso han
llegado estos patéticos humanos, a darme pena, a mí. Nunca lo hubiera creído.
Durante siglos los humanos lucharon
contra mí y siempre fracasaron, buscaron mil formas de eliminarme, pero su
inferioridad era clara. Finalmente lo han logrado, han encontrado la forma de
exterminarme, se exterminaron ellos primero. En poco tiempo no quedará ningún
ser vivo en este planeta del que pueda alimentarme con su sangre. De todas
formas no me he alimentado desde los impactos, no pienso tomar sangre
adulterada por la radiactividad, si he de desaparecer lo haré con honor, aunque
eso acelere mi extinción. En eso me sigo diferenciando de ellos, se han
erradicado sin ningún honor.
Me pregunto si ahora al final se habrán
dado cuenta de su error, si estarán reflexionando como yo. No lo creo. Incluso
aunque tuvieran una segunda oportunidad volverían a cometer el mismo error. Su
naturaleza autodestructiva los cegaría aunque supieran lo que iba a pasar en el
futuro. Aniquilándose unos a otros, arrasando incluso su entorno. ¿Por qué?
Porque su inteligencia la usan para satisfacer su egocentrismo, en lugar de
usarla para lo que deberían. Los humanos, la especie más inteligente del
planeta, pero la más egoísta, la más autodestructiva. La más incoherente y
absurda.
He oído muchas veces que no sabrían cuándo
sería la tercera guerra mundial, pero sí sabrían cómo sería la siguiente, con
palos y piedras. Eso significa que en realidad siempre supieron que acabarían
erradicándose de la faz de la Tierra y nunca hicieron nada para impedirlo. Pero
lo que llama más mi atención es su soberbia dando siempre por sentado que otra
vez los humanos poblarían este mundo, no solo eso, sino que, además, siempre
creyeron que se erigirían nuevamente como especie dominante. Si la naturaleza y
la evolución son sabias, no permitirán que eso vuelva a ocurrir jamás aunque
este planeta vuelva a hacerse habitable para la vida humana. Pero si ni
siquiera supieron cuidar su entorno, al contrario, se dedicaron a destrozarlo.
¿Qué mamíferos hacen eso? ¿De veras esperan que la naturaleza vuelva a cometer
el error de convertirlos de nuevo en especie dominante, o tan solo de
permitirles pisar la Tierra de nuevo? ¿Y la evolución? ¿Evolución de nuevo
hacia la destrucción? Lo dudo mucho.
Siempre he sido superior a ellos en todo,
incluso me atrevería a decir que en “bondad”. Se atrevieron a llamarme monstruo
a mí. Ellos que matan a sus semejantes, incluso a sus amigos. Ni siquiera
parecen comprender cuánto daño se han causado en todos los niveles a lo largo
de su historia. Hasta tal punto no les importa que ni parecen conscientes de
ello, como si no hubiera ocurrido. Recuerdo ese joven que salvó a la niña, una
de las pocas excepciones de ayuda desinteresada arriesgando incluso su vida.
Sigue dándome pena conociendo a la mayoría de su prójimo. Esos sí que son monstruos.
Estoy en el infierno, en el que los
humanos crearon para sí mismos. Finalmente lo han hecho, se han exterminado, y
pronto no quedará ninguna prueba de su paso por este planeta. Toda huella de su
existencia será borrada por el tiempo, incluso de la destrucción que han
“creado”. No quedarán indicios que muestren para su vergüenza lo que han
llevado a cabo. Se han aniquilado. Y han conseguido acabar conmigo con su arma
más poderosa... con su naturaleza autodestructiva.